Os voy a contar una cosa muy divertida que aparece cuando veo las estadísticas de acceso a mi blog, el de “Abre los ojos y despierta”, el que creé para gente insomne y para poner lo que me pasaba por la cabeza.
Veréis: si en el título de una entrada de mi blog pongo el verbo matar o alguno de sus sinónimos o afines, inmediatamente se incrementan las visitas que entran desde Los Estados Unidos (USA) y desde Rusia y disminuyen las demás. Pero, si aparece el verbo amar o alguno de sus sinónimos o afines, las visitas de esos dos países disminuyen drásticamente y se incrementan de forma increíble las que proceden de España y países sudamericanos.
La pregunta es: ¿por qué?
Me gustaría saber la respuesta. Acaso en Los Estados Unidos y en Rusia son más morbosos o puede que en esos dos países vivan más angustiados porque el nivel de violencia es mayor.
Es posible, pero, entonces, ¿por qué no siguen entrando cuando aparece la palabra amar?
Un misterio difícil de resolver, aunque pueden existir pistas, cuando al mismo tiempo descubres que el cine que nos llega del otro lado del Atlántico (el de Rusia casi ni se conoce) sigue esquemas aburridos hasta la saciedad, repetitivos hasta el hastío, sin pizca de frescura que se basan en el típico policía o ladrón o asesino o atracador o terrorista que… y que siempre acaba con la muerte del malo y el triunfo del bueno. O, cuando tratan de una historia tierna, resulta acaramelada y con el esquema tradicional de chico conoce chica, chico pierde chica, chico recupera chica y son felices para siempre. Hay excepciones, evidentemente, algunas muy buenas, pero sólo son eso: excepciones.
Quizás sea porque desconocen el significado de la palabra esperanza, mientras que en los países de habla hispana aún no han perdido, justamente, la esperanza.
Pero, lo más curioso es que cierto día, hablando con un editor sobre el tema de mercados y culturas, me dijo que, en el mercado anglosajón americano sólo quieren historias que contengan sentimientos. No sé qué sentimientos puede contener un revólver o una metralleta…
Pues, no entiendo nada y, cuando menos, me ha hecho reflexionar mucho semejante situación. Ni qué decir tiene que me gustaría hallar una respuesta.