Dicen que el cine está en crisis. Dicen que la los espectadores no acuden a las salas de proyección por culpa de la crisis. ¿Seguro?
El domingo fui a ver “Lo imposible”, película española dirigida por Juan Antonio Bayona y… ¿sabéis que os digo? Que no me lo creo.
Durante todo el fin de semana, en Andorra, hicieron más de doce pases en las salas grandes. Coincidía con el puente del Pilar, pero es en Andorra, donde casi nunca tengo problemas para sacar entradas, aunque llegue dos minutos antes. Y aquí, con esta película, llegando casi con media hora de antelación nos tocó la fila 4 y no en el centro, de una sala con un total de 18. Y la sala se llenó hasta reventar.
Para colmo de recochineo, veinte minutos después empezaba otra proyección de la misma película en una segunda sala. No sé si se llenó, pero me temo que sí.
La película, sencillamente perfecta. Escenas muy bien filmadas, guión con buenos diálogos, acción equilibrada y realista a todo lo que da, pero sin truculencias ni despilfarro de sangre ni cosas raras, reflejo bien ponderado de la respuesta de la gente, sin “malos de peli”, sin tiros, sin violencia gratuita, con sentimientos… Y una buena interpretación por parte de principales y secundarios, por parte de todos.
Si yo fuese el de los óscars, ésta se llevaba unos cuantos.
De manera que la pregunta que me hago es: ¿La crisis del cine no será una crisis de creatividad? Porque entre tantas explosiones, tantos tiros, tantas peleas, tantos buenos y malos, espías, efectos especiales, ladrones, etc… aparece una película humana, de algo que puede sucedernos a todos y… ¿sabéis que pasa? Que vamos al cine.
¡Ay, cine de mis amores! Que la crisis no está en ti, sino en los que se creen que crean. ¡Ay, cine de mis pesares! Abre los ojos y despierta.