¿Quo vadis, Sanidad?
Publicado por albert el 24 Ene 2012 en Abre los ojos y despierta | 0 comentariosAhora aparecen en la red unos mensajes diciendo que Nicaragua ha aprobado una ley por la que se aceptan las medicinas alternativas y naturales. Hay quien incluso cita la medicina del Dr. Hamer.
¡Cuidado cómo se explican las cosas! No es ahora que se ha aprobado. Y la ley no es de las medicinas naturales.
La ley se llama «LEY DE LA MEDICINA TRADICIONAL Y ANCESTRAL». Y quien quiera consultarla entera, puede hacerlo en:
http://legislacion.asamblea.gob.ni/SILEG/Iniciativas.nsf/0/94a8fa4ae0a1728c062577e400548c95?OpenDocument&ExpandSection=1
Ahí hallará el proyecto de ley.
Y en:
http://legislacion.asamblea.gob.ni/Diariodebate.nsf/1e91f0054ac77a85062572e50067fde4/9a5b895f80bcb1430625789400554801?OpenDocument
Hallará el acta de fecha 29 de marzo de 2011, en que se discute y se aprueba, sin ninguna abstención y sin ningún voto en contra, dicha ley.
Evidentemente, dicha ley se aprobó y pasó sin pena ni gloria, porque no incitó que los medios de comunicación mundiales se hiciesen eco de semejante hito de la historia. Pero, constituye todo un hito. Algo que tendría que servir de ejemplo al mundo entero.
Lo que hace esa ley es, ni más ni menos, que aceptar el derecho (¡inalienable!) de los pueblos indígenas a utilizar los medios ancestrales de curación conocidos desde la más remota antigüedad. Y ahí caben todas las terapias que durante siglos y siglos han usado en las tribus y en los pueblos antiguos.
¿Por qué respresenta un hito? Porque es una forma de parar los pies a las grandes multinacionales que, dentro de poco y si Dios no lo remedia, van a exigirnos una receta para poder tomarnos una infución de manzanilla.
He oído en muchas ocasiones una frase que pretende justificarlo todo. Dice así: «La salud no tiene precio».
Yo, a esta frase, que me suena a lapidaria, le opongo otra que dice: «…pero la sanidad tiene un coste de narices y un montón de sanguijuelas».
Esa ley, aprobada en Nicaragua, puede tener su perfecta equivalencia en cualquier país del mundo. ¿Quién no recuerda a nuestras madres, nuestras abuelas… que eran las que sabían qué hierba sirve para cada cosa? Se lo transmitían de madres a hijas y el médico servía para lo «importante». Por eso le visitaban una vez al año.
Nosotros también disponemos de medicinas tradicionales y ancestrales. ¿De dónde creemos que han salido las medicinas actuales? Muchas de ellas han salido de las plantas. Antes la corteza de sauce te curaba el dolor de cabeza y no te costaba un céntimo. Ahora tomamos ácido acetilsalicílico, al que llaman Aspirina, y tenemos que pagarla. ¿De dónde la sacaron? ¡De la corteza del sauce! Salicíco viene de Salix, que es el nombre latín del Sauce. Estudiando lo que hacían nuestros ancestros, descubrieron las propiedades del ácido acetilcalicílico.
¿Qué hacen los laboratorios? Aíslan el principio activo, le dan un nombre, nos lo cobran y nos lo meten con un nombre rimbombante para que nuestra ignorancia sea cada vez mayor y nuestra dependencia total. Somos los nuevos esclavos y encima estamos contentos.
¿Qué han olvidado los laboratorios? Que el mayor y más perfecto laboratorio del mundo se llama «NATURALEZA» y es tan perfecto que lo equilibra todo. No nos ofrece el ácido acetilsalicílico solo, sino acompañado de otras sustancias naturales para que no nos fastidie otra parte del cuerpo, que es lo que sucede cuando tomamos una sustancia pura. Nos ayuda por una parte y nos hunde por la otro. Los efectos secundarios de una cosa tan tonta como una aspirina están presentes: posibles úlceras de estómago, problemas en la coagulación, posible sordera… Los efectos secudarios de una infusión de corteza de sauce… ¡No existen!
¿Adónde hemos llegado con nuestra ignorancia inducida por las grandes multinacionales? Pues… ahora, cuando nuestro hijo dice que le duele la tripa, echamos a correr y nos plantamos en urgencias a las tres de la madrugada. ¿Qué coste tiene esto?
Ahora, cuando notamos que algo en nuestro interior no va cómo creemos que debe ir, en lugar de mirarnos hacia adentro y preguntarnos qué estamos haciendo de forma incorrecta, preferimos ir al médico y que nos recete una pastilla o un jarabe. Y cuando preguntamos la razón de este trastorno, se nos responde que hay un virus por ahí flotando o que hay epidemia. Lo lógico sería buscar la causa del desequilibrio, primero en nuestra conducta, luego en nuestra alimentación y, si no encontramos nada, finalmente acudir al médico.
Cuando llegamos a una cierta edad, lo normal es que el médico nos diga: «eso es cosa de la edad». Y todos tranquilos. Aquí no pasa nada. Se acepta y punto.
Nos guste o no nos guste, el médico no cura. ¿Queda claro? El médico no es Dios, ni la medicina es la panacea. Quien cura es esa señora a la que llamamos NATURALEZA. Ella no necesita que nadie la ayude. Nosotros, somos los que, a veces, necesitamos una ayuda o un empujón, porque por nosotros mismos no somos capces de dar con la salida. Pero la medicina no cura y el médico, tampoco. ¿Queda claro?
La ley aprobada en Nicaragua es una bofetada a las multinacionales de la sanidad, a los grandes laboratorios que pretenden jugar a ser dioses y mueven montañas de dinero. Ha sido una bofetada para esos consejos de administración que constantemente maquinan cómo pueden obtener más dinero y que les importa un bledo el coste de la salud de la gente. Y, si me apuran, la única salud que les importa es la de su cuenta bancaria. «Hya que preservar la salud de la población», dicen. ¡Mentira! Lo que quieren es meter las manos en todas partes.
Si por desgracia te duele lo que sea y consultas en Internet, lo más probable es que acabes creyendo que te quedan, como mucho, meses de vida. Todo en medicina es catastrófico, porque así, luego, la medicina que te den habrá sido un milagro.
Nicaragua ha dado un paso adelante para controlar el gasto sanitario. Antes de rebajar sueldos, creo que queda mucho por hacer. Y el primer paso es invertir en formación de la gente. Los profesionales de la medicina tienen que formar a la gente. No tienen que hacerlos dependientes de ellos para sí sacarles el dinero.
La formación es el pilar básico de todo. Quien está formado, conoce; quien conoce, tiene criterio; y quien tiene criterio, toma decisiones correctas.
Basta ya de recortar donde no hay que recortar y empecemos a optimizar.
Mírate de una vez y di: abre los ojos y despierta.